Era media mañana y la gente ya se agolpaba en las estrechas calles del centro, como si no tuvieran casa. El silencio interior se abrumaba mientras los comentarios en voces extrañas carecían de contenido. El corazón imponía su ritmo, ése que sólo sabe poner cuando no está triste. En la retina imágenes de otros tiempos, en las manos sensaciones y texturas cálidas por el recuerdo, en los pies un hormigueo que o bien una posición errónea trabajando la pasada noche o bien la hierba de la tarde anterior habían provocado.
Ale va descubriendo con sus enormes ojos, yo voy aprendiendo con su aprender. Me da vida, me infla de bienestar, me fortalece su presencia.
El sol decide asomarse una tarde más, el templo le venera una tarde más. La gente se agolpa también aquí, y ahora.
Cierro los ojos y espero la Luna, mi piel se eriza y me suelto el cabello.
Busco adentro, bien adentro.
Hay un lamento, o será un temor, una distancia o un dolor. Quién tocó esa tecla que arruinó la melodía.
Buona notte.
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