Hay un agujero por el que pierdo, por el que pierdo sustancia. Tengo fuerza suficiente para inflar y que la pérdida no produzca un desequilibrio. Fuerza para rato. Pero duele ese escape. Es inútil el escape. No tiene sentido el escape. Si llamas a una puerta es porque quieres que te abran, porque quieres una respuesta, igual que si picas una ventana, la acción siguiente es que te abren, alguien o nadie, pero hay respuesta. No tiene sentido golpear los nudillos 3 veces, darse la vuelta y marchar al mismo ritmo que llegaste.
Miro desde la ventana del tercer piso, el último, y veo como el viento agita las hojas que resisten sus envistes. La entrada es de madera, el suelo cruje a su paso, la ausencia de pintura la hace cálida, los 2 escalones la hacen especial.
No hay olor, sólo agitación y pupilas dilatadas.
- 'toc-toc-toc'
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