La barra abarrotada tras una noche de sexo. Un vino tras otro, tinto es lo más consumido, y es que la media botella de cualquiera de ellos vale 10€.
El murmullo acaricia mis oídos, en ciertas ocasiones alterado por los gritos que un gay tras otro deja salir sin respirar: "no!, turistas no, fuimos a un sitio de alemanes y era todo alemán..", "qué mala es!", "no estamos globalizados, estamos euro..europedizados", "ay!, niña es que tienes que dormir la siesta..", "NO,NO!!", "ay, un poquito de siesta, SÍ!".
Las guías turísticas encuadernadas, los móviles de última generación, las pda's, los abrigos de pieles, la gomina de ellos y la laca de ellas, hablan entre ellos.
Es una atmósfera paralela, cruzas la puerta y comienzas a brillar.
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