El nudo en la garganta, las lágrimas atascadas en cualquier lugar entre la apófisis xifoides y la punta de la lengua, los silencios provocados para no romper aguas, la mordedura de lengua entre frases, el vacío que roza tu piel creando un abismo desde el poyete en el que te sientas como si estuvieras en la cumbre de El Torreón, todos ellos consumen un pequeño porcentaje del acumulador. El acumulador de energía que cargas en la espalda desde hace tiempo y que sólo percibes cuando se vacía, todo lo contrario a lo que sería lógico, que nos pesara cuanto más cargada está esa mochila. Y es que cuando está lleno, los pies son ligeros, la bici vuela, las comidas livianas pueden ponerse en potencia de 3, e incluso se canta sin querer. ¿Qué cómo se llena ese acumulador? pues en realidad se llena solo. El ritmo estresante de cada día eleva la unidad de medida y la flechita del contador vira al rojo. Se trata de que se almacene ese estrés en el acumulador en formato energía, energía que utilizaré durante el día y la noche para aquello que quiera. Cuanto más acumulo, más liviana es esa mochila.
Al fin y al cabo es tensión, el estado de un cuerpo sometido a la acción de fuerzas opuestas que lo atraen; en física, la intensidad de la fuerza con que los gases tienden a dilatarse; en mecánica, la fuerza de tracción a la que está sometido un cuerpo; en electricidad, el voltaje con que se realiza una transmisión de energía eléctrica.
Vamos, pura explosión! yo me lo imagino como el motorcito eléctrico que llevan las bicis, pero instalado en horizontal en la zona lumbar, imperceptible pero presente.
No lo ignores, recicla tu energía!
No comments:
Post a Comment