Estaba atenta hasta que otro cadáver más, esta vez junto a los pies de la lavadora, me hizo conocer realmente lo que estaba sucediendo.
Por la noche la espeleotomatóloga sale a buscar la cena, sin saber cuántos nuevos cadáveres encontrará a su regreso. Ir iluminada todo el día y tener un extra de luz durante la noche, siempre fue una gran responsabilidad.
Le preocupaba tanto ciclo de vida en casa. Llegan las jefas, se reproducen en cuestión de horas durante su ausencia, y para cuando llega la población se ha tripicado!. En la casa rural ya no caben tantos pensamientos, es por eso que a las pocas horas, el suelo empieza a albergar cadáveres. Su apariencia es de que sus almas duermen, pues las alas las tienen preparadas para despertar y las patas están tónicas. Es una especie de jerarquía que se crea según la energía que haya presente, unas almas quedarán dormidas para pasar al día siguiente al cementerio de mi aspiradora. Es la reserva de ideas. Allí se acumulan entre pelos de perro y pelos de salvajita, los cadáveres que tienen su salida al final del túnel si hay hipocreatividad. La puerta está siempre abierta, pues el tubo de plástico y la última extensión de metal son el camino a recorrer por las ideas más fuertes, aquellas que fecundarán de nuevo el aire de la casa rural para depurar nuevas creaciones y acumular sonrisas.
En sus primeras horas de vuelo piensan que irán al bote sin rosca y que tendrán que limar el portal, y es que ' hay que cerrar bien los botes, cariño'..mueren con la ilusión de tener un gran ventanal en su cementerio, quizá por eso mantienen frescas sus ideas..y es que 'perdóname que te lea en voz alta'.
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