Tuesday, September 17

precipicios que hacen soñar

Era un coche alquilado, azul plata mate. Con un maletero realmente grande, típico coche americano de los 70's. Las ventanillas tenían sus manetas y el espejo retrovisor me permitía ver el pasado que iba dejando a mi marcha. Los asientos sin reposacabezas hacían estar alerta gran parte del tiempo, pese al sopor que daban una carretera tan recta, tan larga, tan soleada, tan desierta. Alrededor, vastos campos en colores ocres. Sólo mirar las colinas y las formas redondeadas daba sensación de sed.

- ¿crees que llegaremos antes de que anochezca?
- no, dormiremos en las cunetas que salen al esconderse el sol
- ¿qué cunetas?
- las que aparecen en el margen de la carretera cuando se hace de noche, en estas carreteras tan largas nunca llegas a tu destino con luz del mismo día, siempre es luz de otro día posterior, pero no te preocupes, es un lugar seguro. Al amanecer, como un escenario, desaparecen los lugares de parada y se retoma el paisaje desde el borde del asfalto.

Nuestras vidas atemporales en este entorno desconocido eran todavía menos conscientes de su edad. Una sensación de joven y adulto y abuela en un mismo instante. El olor de tu pelo era mi única concepción planetaria, el resto era puro soñar.

- ¿qué vamos a cenar?, preguntaste
- trajiste las verduritas, algo prepararemos

Un volante gigante, unos pedales muy largos. Esto último te hace gracia.


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